El acceso al trono de España por parte de Carlos I fue coetáneo con el estallido de la Reforma luterana y con la ruptura de relaciones con Francia (a causa, entre otros factores, de las guerras de Italia). Carlos I, imbuido inicialmente de un ideal erasmista ( el cual no perduró durante toda su vida), consideraba que un concilio general podía ser la formula mas adecuada para debatir los problemas teológicos planteados y encarar las oportunas reformas tanto en el dogma como en la disciplina de la Iglesia. En esta entrada podrás ver la posición de Carlos I frente al luteranismo. Si quieres ampliar el tema puedes ir a la entrada Carlos V frente al problema protestante.
Carlos I y su posición frente al luteranismo
Pero ni los luteranos ni el Papa querían un compromiso de este tipo. Asimismo, muchos príncipes germánicos abrazaron la causa de la Reforma para usarla como móvil de oposición política contra el Emperador y beneficiarse de la secularización de los bienes de la iglesia. En la entrada de hoy se comentarán las relaciones entre Carlos I de España (V de Alemania) y los príncipes que abarcaron el luteranismo y que acabó con una división de la Europa cristiana romana en dos partes, lo que influiría en el devenir histórico posterior del continente.
Los esfuerzos de la reunificación religiosa: la Dieta de Aubsburgo
El Emperador intentó zanjar el problema religioso alemán suscitado por la difusión del luteranismo, mediante una solución de compromiso en la Dieta de Augsburgo (1530). Con un talante pacificador, esta iniciativa de Carlos I se explica por las prioridades políticas y universales del Emperador ante las que las cuestiones teológicas y del Imperio jugaban un papel de segundo orden. Se realizaron allí por ambas partes esfuerzos para la concordia.
Pero esta solución no se logró a pesar de las concesiones ante el ala radical del protestantismo, apoyada por los grandes magnates feudales, que oponían las libertades germánicas a las pretensiones de Carlos V de transformar el Sacro Imperio Germánico en una monarquía preeminencial como las de Europa occidental. Las esperanzas depositadas por el ala moderada del protestantismo en el Emperador desagradaron a su vez al bando papal.
La Liga de Smalkalda
La reacción de los príncipes germánicos se concretó en la forja de la Liga de Smalkalda en diciembre de 1530, instigada por el elector de Sajonia y el landgrave de Hesse, principales líderes protestantes. Todo ello con el fin de defenderse ante una posible ofensiva armada imperial. Se intentaba pues solucionar el problema religioso con las armas. La Liga selló en 1532 una alianza con Francisco I de Francia, mientras los turcos asediaban Viena por segunda vez.
Mientras tanto, la elección en 1531 de Fernando, hermano de Carlos I, como Rey de Romanos le convertía en su sucesor y gobernador del Sacro Imperio Romano durante las ausencias del Emperador. Fernando se convenció de que era preciso negociar con los protestantes para superar las dificultades político-religiosas surgidas tras la Dieta de Aubsburgo de 1530.
Carlos I abandonó sus territorios germánicos, a los que no regresó hasta ocho años después, cuando el protestantismo había hecho ya irrefrenables avances.
Guerra contra la Liga de Smalkalda. La batalla de Mühlberg
La paz de Crépy en 1544, permitió al Emperador actuar en Alemania. Tras el Concilio de Trento de 1545, el Emperador quedaba como cabeza armada de la cristiandad, y estaba dispuesto a extirpar el protestantismo por la vía de la negociación o por la fuerza de las armas y restaurar la unidad religiosa en el Imperio.
La política conciliatoria se había reanudado en la década de los cuarenta: el coloquio de Hagenau continuó en Worms y luego en Ratisbona, con la presencia del Emperador y de Calvino. En 1543 se había llegado a un acuerdo, pero Lutero y Roma rechazaron los compromisos. El Emperador, cansado de diálogos inútiles, decidió emplear la fuerza.
En la Dieta de Ratisbona (1546) colocó fuera de la legalidad por motivos políticos a los líderes de la Liga de Smalkalda: Carlos I planteaba el conflicto como una lucha entre el Emperador y unos vasallos rebeldes. La guerra se desarrolló en dos fases: en la primera, en 1546, consiguió la sumisión del Sur de Alemania; en la segunda, en 1547, los ejércitos imperiales derrotaron a la Liga de Smalkalda en la batalla de Mühlberg.
Consecuencias de la victoria en Mühlberg
Tras esta victoria el Emperador, la Liga quedó desarticulada y sus principales líderes fueron hechos prisioneros. Carlos I recompensó a sus colaboradores, ganó la guerra y humilló a sus oponentes, aunque no pudo saborear el triunfo. Quiso reformar la constitución del Imperio en un sentido monárquico, que incluía una liga militar imperial y trató de imponer una solución religiosa al problema protestante. Se forjó una amplia oposición en los Estados imperiales contra los planes políticos centralistas del Emperador. Baviera se convirtió en el centro de la oposición, más allá de cuestiones religiosas.
La solución religiosa que el Emperador pretendió imponer a través del Interim de Augsburgo (mayo de 1548) consistía en una hipotética reconciliación entre las dos iglesias rivales por medio del restablecimiento del catolicismo en toda Alemania, con importantes concesiones a los protestantes (comunión bajo las dos especies, matrimonio de los sacerdotes…) mientras se silenciaba cualquier cuestión sobre la devolución de los bienes incautados a la Iglesia.
Esto no satisfizo ni a católicos ni a protestantes. El luteranismo había arraigado en numerosas conciencias y el Papa no quería apoyar incondicionalmente al Emperador. El resultado fue que la victoria imperial no modificó prácticamente las fronteras religiosas en Alemania y tras ella se produjo el derrumbe del programa político-religioso de Carlos I y la reanudación de la guerra. Carlos I no pudo impedir la división religiosa de Alemania y Europa en dos bloques: el protestante y el católico.
Quiebra de la monarquía universal. Nuevas guerras contra los protestantes
A finales de la década de 1540 e inicios de 1550, Carlos I plantea una reforma a la sucesión del Imperio que provocó desavenencias con su hermano Fernando. Finalmente, en 1551 se firmó un pacto de familia en el que Fernando se comprometía, una vez Emperador, a gestionar la elección de Felipe como Rey de Romanos, y Felipe una vez convertido en Emperador haría lo propio con su primo Maximiliano. Este sistema causó la quiebra del sistema global de Carlos I, al mismo tiempo que provocaba las iras de los príncipes germanos, privados de sus competencias electorales al ver convertido el Imperio en una monarquía hereditaria vinculada a la Casa de Austria
En 1552 varios príncipes alemanes se levantaron contra el Emperador, sin que su hermano (resentido por la cuestión sucesoria) se moviera en su ayuda. La mayoría de los estados alemanes quedaron a la espera de acontecimientos, mientras Enrique II intervino conquistando varios obispados en Lorena. A su vez, el Emperador era atacado por sorpresa y obligado a huir de Innsbruck, lo que supuso gran perjuicio para la reputación de Carlos I, que tampoco tuvo éxito en la recuperación de las plazas conquistadas.
Agotado, el Emperador cedió la iniciativa de la negociación de una paz religiosa a su hermano Fernando, que se convirtió en el mediador entre católicos y protestantes en el Imperio. Fernando consiguió llegar a un acuerdo en Passau (1552), donde se anuló el Interim de Aubsburgo y resultó ser el fracaso de la monarquía universal propuesta por Carlos V.
La Paz de Aubsburgo (1555)
La paz no se alcanzó definitivamente hasta 1555 en Augsburgo, en la que se oficializó la división religiosa del mundo germánico entre católicos y protestantes, dándose plena libertad de conciencia a los príncipes y obligando a sus súbditos a abrazar la fe de sus señores, permitiéndoles solamente el derecho a emigrar en caso de mantener su disidencia. Era el cuius regio eius religiosi Fernando apareció como el tolerante de la familia, mientras que el intransigente Carlos I aparecía como el fracasado erradicador del luteranismo por las armas. Carlos no quiso tener ninguna responsabilidad en la paz establecida con los luteranos: tres meses después abdicaba como Emperador. Llegaba al trono Felipe II.
Para saber más
Si quieres saber más sobre este tema puedes consultar la entrada Carlos V frente al problema protestante, que amplía esta entrada dentro del número 3 de la revista digital de La Crisis de la Historia.
Para ver otros artículos relacionados con Carlos I puedes consultar las siguientes entradas:
- La política exterior de Carlos V
- Las guerras hispano-francesas en tiempos de Carlos V
- Carlos V contra el imperio otomano
- El saco de Roma
- Libros sobre Carlos V
- La herencia de Carlos I
Bibliografía
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Benassar, B y otros. 2005. Historia moderna. Madrid. Akal.
Floristán, A. (coord). 2015. Historia Moderna Universal. Barcelona. Ariel.
Ribot García, L. 2018. La Edad Moderna (siglos XV-XVII). Madrid. Marcial Pons.
Floristán, A. 2011. Historia de España en la Edad Moderna. Barcelona. Editorial Ariel
Fernández Álvarez, M. 2010 Carlos V. Un hombre para Europa. Editorial Austrial
Lynch, J. 2000. Los Austrias (1516-1700) . Editorial Crítica.
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Jose Palanca
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