¿Cuáles han sido las frases más célebres de la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué frases de esta cruenta guerra pasaron a la historia? En este artículo te voy a descubrir las frases más célebres y su contexto histórico. Conociendo el contexto en el que están, quizás no son frases bonitas, pero sí tienen su significado histórico. Son otra forma de descubrir y entender este conflicto histórico que causó tanta muerte y tanto sufrimiento. Y alguna de ellas, como espero que descubras, fue fuente de inspiración dentro de la guerra y es recordada incluso un siglo después.
Introducción
Para este artículo he elegido 4 frases célebres. Estas son las siguientes
- «No tengo nada que ofrecer, excepto sangre, sudor, lágrimas y fatiga». Winston Churchill
- «Tora, tora, tora». Mitsuo Fuchida
- «Ningún bastardo ganó jamás una guerra muriendo por su patria. La ganó haciendo que otro estúpido bastardo muera por la suya». George S. Patton
- «¿Arde Paris?». Adolf Hitler
Pero no te quedes solo con estas frases, porque en los siguientes apartados te explico sus significados y contextos históricos, intentando explicar la Segunda Guerra Mundial a partir de estas frases. Y si quieres indagar más, puedes ir a ver cuáles son los mejores libros para entender la Segunda Guerra Mundial.
4 frases célebres de la Segunda Guerra Mundial
No tengo nada que ofrecer, excepto sangre, sudor, lágrimas y fatiga. Winston Churchill
I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat.

Winston Churchill paseando por las ruinas de la catedral de Coventry, en Inglaterra, el 28 de septiembre de 1941. Autor: Capitán Horton. Fuente: Wikimedia Commons
Tora, tora, tora. Mitsuo Fuchida
トラ・トラ・トラ
En la historia de la Segunda Guerra Mundial que se estudia en Europa Japón es uno de los grandes olvidados. Pero hay que recordar que fue uno de los grandes protagonistas de la guerra. El 7 de diciembre de 1941 Japón atacaba la base militar estadounidense situada en Hawai de Pearl Harbour. Este ataque fue fundamental para que Estados Unidos entrase en la guerra y decantara la balanza a favor de los aliados.
El Capitán Mitsuo Fuchida fue el encargado de liderar la primera oleada del ataque a Pear Harbour. Fuchida era uno de los pilotos más destacados de Japón, gozando de gran popularidad y prestigio entre las tropas y entre los altos mandos. Como líder de la primera oleada fue el encargado de decir esta frase que ha pasado a la historia: «Tora, tora, tora», que significa en japonés «Tigre, tigre, tigre».
«Tora, tora, tora» fue la frase en clave para indicar que la primera oleada del ataque a la base militar norteamericana había sido un éxito. Fue dicha por Fuchida al almirante Isoroku Yamamoto. Prueba del éxito de Fuchida fue que fue recibido como un héroe en Japón y tuvo una audiencia personal con el emperador japonés Hirohito en 25 de diciembre de 1941.
Pero el ataque supuso el principio del fin para la expansión de Japón por el océano Pacífico. Estados Unidos entraba en la guerra. Puso toda su maquinaria industrial militar en marcha y frenó el avance japonés. Posteriormente iría conquistando diversas posiciones del Pacífico hasta vencer a Japón en 1945 tras lanzar dos bombas nucleares en Nagasaki e Hiroshima.
La frase de Fuchida pasó a la historia. Incluso se hizo una película en Estados Unidos en 1970 con ese nombre, mostrando que fue el inicio de la guerra para Estados Unidos. Una frase célebre que se sigue recordando.
Ningún bastardo ganó jamás una guerra muriendo por su patria. La ganó haciendo que otro estúpido bastardo muera por la suya. George S. Patton
No bastard ever won a war by dying for his country. He won it by making the other poor dumb bastard die for his country.
George Patton fue uno de los más importantes generales del ejército de los Estados Unidos de América durante la Segunda Guerra Mundial. Fue famoso por sus campañas del norte de África y de Sicilia entre 1942 y 1943. Tras ser relevado del mando del VII Ejército estadounidense por unas polémicas tras abofetear a unos soldados, fue empleado como señuelo por los aliados para despistar a los alemanes, que lo veían como un general rival a tener en cuenta.
En este contexto fue empleado como señuelo dentro de la Operación Fortitude. Esta operación pretendía hacer creer a los alemanes que la posterior invasión de Normandía de julio de 1944 se realizaría por Calais. George Patton formaba parte de este engaño. Los aliados pusieron al general Patton al mando del III Ejército, haciendo creer que iba a formar parte importante de la invasión (cosa que no hizo, sino que fue a la Europa Continental una vez puesta en marcha la invasión de Normandía). Esto hizo que los alemanes estuvieran atentos a todos los movimientos de la ficticia invasión por Calais de las tropas de Patton.
En este momento de inicios de 1944 previa a la invasión del continente europeo por Francia, Patton realizaría una serie de arengas a las tropas del III Ejército. Fueron discursos motivadores. A la vez hablaba de la dureza de la guerra e inspiraba a los soldados. Estos discursos eran crudos, certeros, pero daban esperanza y exhortaba a vencer al enemigo. Según las fuentes, Patton empezó estas arengas en febrero de 1944, finalizándolas el 5 de junio de 1944, un día antes de la invasión de Normandía.
Una de las frases que forma parte de los discursos fue esta: «Ningún bastardo ganó jamás una guerra muriendo por su patria. La ganó haciendo que otro estúpido bastardo muera por la suya«. Un lenguaje vulgar que era criticado por otros mandos de los aliados. Pero que tuvo un gran impacto en sus tropas y es señalado como uno de los más importantes discursos motivadores dentro de contextos militares.
No obstante, lo que más me gusta de esta frase es que resume la crudeza de la guerra. Las guerras son empezadas por dirigentes que no suelen padecer las consecuencias directas. Los más damnificados son los soldados y sus familias. Patton los llama bastardos. Posiblemente algunos lo fueran y otros no. Pero lo que está claro es que esos malditos bastardos salían en muchas ocasiones indemnes mientras que jóvenes que iban a pegar tiros sin ni siquiera saber por qué morían de forma prematura y triste agonizando en un campo de batalla mientras pensaba en su madre y en sus seres queridos. La crudeza de la guerra resumida en una frase de Patton.

Prisioneros rusos apresados por el ejército alemán en 1941. Autor: Ejército alemán. Fuente: Wikimedia Commons
¿Arde Paris?. Adolf Hitler
Brennt Paris?
En julio de 1944 empezaba la invasión aliada en el Oeste de Europa. En el frente oriental el ejército soviético estaba ganando terreno a los alemanes tras revertir la situación tras la victoria en Stalingrado y frenar la reacción alemana en Kursk. Por otro lado, en el sur, los aliados habían conquistado gran parte de Italia y los alemanes no tuvieron más remedio que invadir la parte de Italia que aún quedaba a mando de las tropas fascistas y ponerse al mando. En definitiva, a mediados de 1944 la guerra se estaba poniendo a favor de los aliados. A los nazis les quedaba poco margen de reacción y la derrota era solo cuestión de tiempo.
Volviendo al frente occidental, tras la operación Overlord que derivó en la invasión a través del canal de la Mancha desembarcando en Normandía, los aliados llevaron parte de sus tropas a París para proceder a su liberación. Si la ocupación de París por los nazis en 1940 había sido un golpe de efecto importante para la moral nazi, su pérdida podía ahora volverse al revés. París era un símbolo.
En esta situación Adolf Hitler ordenó al general Dietrich von Choltitz, gobernador militar de París desde julio de 1944, que París se convirtiera un foco de gran resistencia y que colocara cargas explosivas en las monumentos más importantes de la ciudad de la luz. También ordenó que se resistiera hasta el último hombre y que arrasara todas aquellas zonas y barrios en los que hubiese resistencia por parte de los franceses. En definitiva, que la ciudad ardiera, que fuese arrasada y que solo quedaran sus cenizas si fuese necesario.
El 25 de agosto de 1944, reunido Hitler en su Cuartel General de Rastenburg, preguntó, según cuentan diversas fuentes, «¿Arde París?». Pero París no había ardido como él pretendía. Ese mismo día Choltiz se había rendido al general francés Leclerc tras haber sido apresado por españoles de la Segunda División Blindada francesa. El general no había cumplido las órdenes de Hitler de que París ardiera.
Durante años Dietrich von Choltitz fue considerado de forma benigna, dentro de las circunstancias, porque había incumplido las órdenes de Hitler. Todo ello auspiciado también como novelas como ¿Arde París? de Larry Collins y Dominique Lapierre. A eso se suma que en sus memorias, Choltitz explicó que se negó a las órdenes de Hitler porque este había perdido la razón y que París era una ciudad con gran cultura y habría sido un acto ruin.
Pero según algunos historiadores no es cierto del todo. El general alemán fue duro en lo que respecta a la represión nazi con la resistencia francesa dentro de la capital francesa. Según fuentes estuvo dispuesto a cumplir con las órdenes de Hitler de volar monumentos de la ciudad, pero no lo hizo al ver que las tropas que se dirigían a París le superaban en calidad y número y que era mejor optar por la rendición que por luchar hasta el final para así evitar represalias hacia su persona. Es decir, si hubiese destruido París el juicio posterior contra él habría desembocado en algo más que prisión.
Conclusión
Como podrás haber visto, no te he hecho solo una relación con frases célebres de la Segunda Guerra Mundial. He intentado que profundices en el significado de estas frases y que entiendas su contexto. A través de ella te he intentado narrar diversas fases de la guerra y que entiendas un poco mejor este conflicto bélico que causó tantas muertes.
Finalmente, quiero que pienses una cosa. ¿De quiénes son las frases que he puesto? Efectivamente, son de grandes personajes relacionados con la guerra. Son los que suelen aparecer en los libros. Pero faltan los protagonistas: los soldados y la población civil. Posiblemente estos tuvieron frases célebres, pero la historia ha pasado con ellos como la guerra: olvidándolos. Son los que recibían las balas o volvían a sus casas traumatizados. Gracias al estudio de la microhistoria se han podido conocer muchas historias. Pero, lamentablemente, sus frases no se han convertido en frases célebres. Pero sí merecen ser estudiadas o recordadas.
Jose Palanca
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