Carlos V frente al problema protestante

La lucha de Carlos V contra los príncipes alemanes protestantes fue una continua batalla a lo largo de su reinado. Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, intenta resolver el problema luterano que empezó casi de forma paralela al inicio de su elección como emperador. Lutero y Carlos V son dos nombres que aparecerán ligados en la política europea en esta primera mitad del siglo XVI.

La lucha de Carlos frente a los protestantes es un tema complejo, pero muy interesante, tanto para comprender la evolución de Alemania en la Edad Moderna como para intentar comprender la evolución de las ideas de Carlos V. Un resumen anterior ya se había escrito en esta entrada, pero aquí, debido a la publicación de la revista digital número 3 de la Crisis de la Historia, amplio un poco más este tema. ¿Estás dispuesto a conocer este tema? De acuerdo, ahí vamos: Carlos V frente al problema protestante.

La ruptura de la Cristiandad

En 1517, el mismo año en el que Carlos V llega a España, Lutero expone sus tesis en Wittenberg en contra de la Iglesia de Roma, a la que acusaba de haber traicionado el mensaje de Cristo. Era el inicio de la ruptura de la unidad cristiana en occidente.

Carlos V era elegido emperador. Como tal no podía desentenderse de tal problema, el cual le afectaba de doble manera: por un lado por sus responsabilidades como emperador; por otro lado, porque esta ruptura tuvo su epicentro en territorio alemán. Además de ello, este problema ahondaba en los propios sentimientos de Carlos V, enemigo de las herejías y profundo católico y creyente.

En definitiva, Carlos V se encontró con un doble problema: político y religioso. Su solución sería pretender la unidad religiosa de la Cristiandad y la unión política en el Sacro Imperio. Ante este desafío, Carlos V, impregnado de un ideal erasmista, optó al inicio por realizar un concilio , aunque no tuvo apoyo de ninguna de las partes implicadas, a excepción de la Corona Española. Las tropas y el dinero necesario para la lucha contra los herejes procederían posteriormente, en su mayor parte, de España. Además, muchos de los líderes intelectuales que combatirían la Reforma serían también españoles.

La Dieta de Worms (1521)

La Dieta de Worms fue una asamblea de los príncipes alemanes del Sacro Imperio Romano Germánico que se celebró en Worms (Renania-Palatinado) en 1521. Fue presidida por Carlos V, quien manifestó su decisión de asumir la defensa de la cristiandad y de las doctrinas de la Iglesia Romana.

Martin Lutero acudió a la Dieta. Lutero había sido convocado por el emperador para que, siguiendo las indicaciones del Papado, se retractara las tesis que había expuesto años antes, las cuales criticaban a la Iglesia Católica. Lutero acudió a la Dieta Imperial bajo la protección del elector Federico III de Sajonia, quien exigió un salvoconducto para que Lutero fuera sin problemas, aunque recelaba por lo sucedido un siglo antes con el bohemio Jan Hus.

Pero Lutero no se retractó. Todo lo contrario, defendió sus tesis y rechazó retractarse de sus enseñanzas. Defendió su actitud protestante con gran intensidad, lo que le llevaba a enfrentarse directamente con la Iglesia Romana. La consecuencia fue la proclamación el 25 de mayo de 1521 del Edicto de Worms por parte del emperador Carlos V y el cardenal Girolamo Alendro, nuncio papal. En este Edicto se declara a Lutero un proscrito, un hereje, se prohibían la lectura y posesión de sus escritos.  Este Edicto confirma la ruptura de las tesis luteranas con la Iglesia Católica Apostólica Romana.

En el Edicto se exigía que Lutero fuera arrestado y condenado. Como consecuencia, su protector, el elector de Sajonia, organizó un secuestro simulado y lo llevó al castillo de Wartburg, en el cual Lutero permanecería entre mayo de 1521 y marzo de 1522, tiempo durante el cual inició la traducción del Nuevo Testamento al alemán.

Las consecuencias de la ruptura

La ruptura religiosa había empezado a convertirse en una ventaja política para algunos príncipes alemanes. Muchos de ellos aprovecharon para unirse al luteranismo para así realizar una secularización de las propiedades eclesiásticas, es decir, al romper con la Iglesia Católica se quedaban con las propiedades religiosas dentro de sus territorios, con lo que conseguían más beneficios impositivos mientras que evitaban tener dentro de sus territorios un poder ajeno al de ellos. Carlos V se vio perjudicado por todo ello, ya que menoscababa su poder como emperador. En su propio imperio no podía aplicar lo estipulado en el Edicto de Worms.

Por otro lado, a Carlos V le preocupaba también la ruptura religiosa debido a su idea de erigirse como defensor de la Cristiandad, tarea que pensaba que venía implícita en su cargo como emperador. Así, intentó que se convocara un concilio para reafirmar el dogma católico y condenar al luteranismo, a la par que se realizaran las reformas oportunas dentro de la Iglesia Católica. Pero, tal y como se explica en esta otra entrada, tanto los protestantes como el Papa Clemente VII, reacio a un concilio que le pudiera menoscabar poder, rechazaron esta opción.

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Figura 1. Martín Lutero. El origen del enfrentamiento de Carlos V frente al problema protestante. Autor: Lucas Cranach el viejo. Fuente: Wikimedia Commons

Las Dietas de Espira de 1526 y 1529

La Dieta de Espira de 1526

En 1526 Carlos V convoca la Dieta de Espira. El emperador estaba contento tras su éxito contra Francisco I en la batalla de Pavía, por lo que se veía con éxito y fuerza para acometer de nuevo los problemas en el Sacro Imperio. Su objetivo era poder aplicar por fin el Edicto de Worms de 1521. Pero los resultados de la dieta celebrada en la ciudad imperial libre de Espira (Renania-Palatinado) no fueron los esperados.

Los estamentos declararon que cada Estado del Imperio solamente debía atenerse a su responsabilidad ante Dios y el emperador. Esta fórmula es la que daría la base jurídica para la constitución de iglesias territoriales evangélicas ya que se aplicaría el cuius regio, eius religio, es decir, el derecho de cada príncipe a decidir la religión en su propio Estado, que sería aplicable a todos sus súbditos. Según John Lynch, la causa de este vuelco en la política de Carlos V sería la reciente formación de la Liga de Cognac, formada a instancias del papa Clemente VII, que estaba en contra del emperador, por lo que debilitaba el poder de Carlos V al enfrentarlo contra la Iglesia.

Por tanto, el Edicto de Worms quedaba suspendido temporalmente. Carlos V debía centrar sus esfuerzos en Italia y en el Papado, quedando la política en los territorios alemanes en suspenso. Esto provocó la expansión del protestantismo por los estados alemanes, cuyos príncipes veían posibilidades políticas en este cisma religioso. Carlos V no había podido solucionar este problema protestante.

La Dieta de Espira 1529

En 1529 se convoca una nueva Dieta Imperial, otra vez en la ciudad de Espira. Carlos V, una vez solucionados los problemas en Italia, se vio de nuevo con fuerzas para intentar implantar el Edicto de Worms. Su hermano Fernando I, al no poder acudir Carlos V, fue el que acudió a la Dieta. El día 15 de marzo, Fernando anunciaba la decisión del emperador de restablecer el Edicto de Worms y revocar los acuerdos de la Dieta de Espira de 1526 con el objetivo de acabar con el luteranismo y restablecer el catolicismo en todo el Sacro Imperio Romano Germánico.

La mayoría católica del Imperio reafirmó la decisión de Worms contra el luteranismo, al mismo tiempo que negaban cualquier derecho a los reformados. A su vez, demandaban que se respetaran a los católicos que estaban en los estados que aplicaban el luteranismo. Los príncipes católicos querían hacer uso de su mayoría para imponer la resolución, pero los luteranos se opusieron a este acuerdo, intentaron hacer escuchar sus opiniones a Fernando, pero éste rehusó reunirse con ellos, lo que trajo como consecuencia la protesta de Espira.

La protesta de Espira

La protesta de Espira es un documento que firmaron los estados y las ciudades libres alemanas del Imperio el 19 de abril de 1529 para protestar contra la resolución que había tomado la Dieta de Espira. En total firmaron 14 ciudades libres y 6 príncipes alemanes (el elector de Sajonia, el landgrave de Hesse, el duque de Luneburgo-Celle, el duque de Gifhonr, el margrave de Brandeburgo-Ansbach y el príncipe de Anhalt-Köthen. A partir de entonces a los que no siguieron los edictos a favor del catolicismo se les conoció como protestantes, término que hoy en día se sigue empleando.

Esta ruptura fue definitiva y fue el inicio de las hostilidades militares dentro del Imperio, que debilitarían al emperador Carlos V en las siguientes décadas.

Carlos V frente al problema protestante en los años 30. De la Dieta de Augsburgo hasta la Dieta de Ratisbona

La Dieta de Augsburgo de 1530

La paz de Cambrai de 1529, que había puesto fin a la guerra contra Francia, y la coronación imperial en 1530 en Bolonia a manos del Papa Clemente VII, trajo una nueva situación de gozo y tranquilidad a Carlos V, que aprovechó para regresar a Alemania tras 8 años de ausencia con el objetivo de solucionar el problema protestante. Así, reunió la Dieta Imperial en Augsburgo (Baviera) en 1530.

Carlos V intentó encontrar una solución de conciliación que no comprometiera el dogma católico. Pero sus intentos de arbitraje fracasaron y su nueva oferta de convocar el concilio general tan deseado por él fue rechazada no solo por los protestantes, sino también por el Papa. Carlos V decidió, respaldado por la mayoría católica de la Dieta, publicar un decreto restableciendo el Edicto de Worms; además, se restauraban la jurisdicción y los bienes eclesiásticos y se instituía el Tribunal Imperial como órgano para juzgar a los protestantes.

La Confesión de Augsburgo

Los príncipes protestantes reaccionaron durante la dieta presentando al emperador la Confesión de Augsburgo el 25 de junio de 1530. Fue presentada por Philip Melanchton, representante de Lutero en la Dieta, y que adoptó una postura algo más conciliadora, más próxima a Roma que a Zwinglio. Esta Confesión es un documento importante para el luteranismo, ya que expone oficialmente por primera vez los principios de esta postura religiosa. Pero este documento fue rechazado por el emperador.

Los protestantes salieron de Augsburgo rechazados por la Dieta Imperial, aunque no obstante conservaban sus tesis intactas, las cuales las conseguirían hacer sobrevivir. La ruptura estaba certificada. Carlos V no podía hacer nada excepto recurrir a la fuerza, renunciando así a su postura humanista conciliadora, lo que muestra como los hechos y las circunstancias pueden hacer cambiar los ideales de un hombre. Las amenazas sin sanciones no habían surgido efecto. Se tendría que dar paso a una nueva estrategia política.

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Figura 2. Carlos V recibe la Confesión de Augsburgo. Autor: Johann dürr. Fuente: Wikimedia Commons

La Liga de Esmalcalda

Los protestantes alemanes reaccionaron formando la Liga de Esmalcalda en febrero de 1531, intentando reforzar su posición política frente al emperador. El objetivo de la Liga era defender sus territorios y luchar contra el emperador Carlos V en el terreno políticio, así como de oponerse a los acuerdos de la Dieta de Augsburgo en el terreno religioso. La Liga estaba dirigida por Juan Federico I, elector de Sajonia, y por Felipe I, landgrave de Hesse. Junto a ellos habían otros territorios y ciudades libres del Imperio, como Bremen, Magdeburgo, Estrasburgo o Ulm. Esta Liga resultaba un peligro, ya que era aliada potencial de los otros enemigos del Emperador en Europa, como se demostraría posteriormente, cuando la Liga se alió con Francia en 1532 y con Dinamarca en 1538.

Los años 30

Al inicio de los años 30 la situación política en el imperio era, por tanto, complicada. A ello se sumaba el inicio de la separación política de la Iglesia de Inglaterra  por parte de Enrique VIII, el inicio de otros movimientos reformadores como los de Juan Calvino y la amenaza del imperio otomano en Europa oriental.

En 1532, los turcos invaden Austria y Carlos V se vio obligado a renunciar temporalmente a la política surgida de Augsburgo y a firmar con los miembros de la Liga de Esmalcalda la Paz de Nuremberg en mayo de 1532, mediante la cual se alcanzó la paz en el Sacro Imperio. En la Dieta de Ratisbona de 1532 se confirmó esta paz y se acordó la tregua con los protestantes. Se llegó al acuerdo de que los asuntos religiosos se mantendrían como había ocurrido hasta entonces hasta que se pudiera convocar un concilio.

La medida resultó eficaz y el emperador, con la ayuda de los príncipes católicos y de los protestantes, consiguió organizar un ejército que forzó la retirada otomana y liberó a Austria. Tras esta victoria los años 30 transcurrieron con tensa calma en el Imperio, a la espera de la convocatoria del esperado concilio, al cual el papa Clemente VII se seguía oponiendo. Carlos V tenía varias situaciones comprometidas: los turcos, los franceses y las finanzas. Por ese motivo necesitaba el acuerdo con los príncipes protestantes.

No obstante, Carlos V aún tenía en su mentalidad el deseo de unión religiosa en el imperio, teniendo la convicción de que al emperador le asistía el derecho a resolver los problemas religiosos sin el Papa.

La Declaración de Ratisbona (1541)

Llegamos a la década de los 40. Tras una breve reunión de la Dieta en 1540, a falta de la convocatoria del esperado concilio por parte del nuevo papa Paulo III, Carlos V decidió imponer su propia solución en la Dieta de Ratisbona en 1541. Se llegó a una resolución, la Declaración de Ratisbona, también llamado Ínterim de Ratisbona, en julio de 1541.

En la Declaración se garantizaba la seguridad de los que se habían adherido a la Confesión de Augsburgo, se aceptaba la secularización de algunas propiedades eclesiásticas, se concedía el derecho a reformar los monasterios a los príncipes protestantes y se redoblaba la influencia protestante en la Cámara Imperial. Era una resolución que favorecía a los protestantes. Pero el papa Paulo III condenó dicha declaración y el emperador no obtuvo de ella ningún beneficio, salvo el descubrimiento de que cuantas mayores concesiones realizaba, más se hacía patente su debilidad, la cual era aprovechada por los príncipes alemanes para aumentar sus exigencias.

La guerra contra la Liga de Esmalcalda

La convocatoria del esperado concilio

En junio de 1542 el papa Paulo III promulgó una bula donde convocaba un Concilio en la localidad de Trento para noviembre de ese mismo año. Trento, a pesar de que era una ciudad imperial, se encontraba al norte de la península itálica. Sin embargo, en ese momento, Francisco I quebrantó la tregua de Niza y se preparó para atacar al emperador, haciendo imposible la celebración del concilio ese mismo año. Finalmente, el concilio empezó en 1545, tras haberse firmado la paz de Crepy con Francia en 1544. Pero el inicio del Concilio, probablemente porque ya era demasiado tarde para solucionar los problemas de una forma conciliar, no trajo resultados satisfactorios, ya que los luteranos rechazaban ir.

La batalla de Mühlberg

Muchos católicos empezaron a defender con más ímpetu el recurso de la guerra, pues los protestantes contaban ya con una organización política (la Liga de Esmalcalda) y militar. Paulo III accedió a una acción ofensiva contra los protestantes, mientras Francisco de los Cobos, contador mayor de Castilla, conseguía fondos para la campaña militar. La guerra empezaba.

La guerra se inició en Suabia, con los ejércitos de los protestantes ocupando la ciudad de Füssen (Baviera), católica, y el paso de Ehrenberg. Con ello intentaban dominar el Danubio en el sur de Alemania para intentar evitar la llegada de las tropas católicas desde Italia. Pero Carlos V contrarrestó la situación y consiguió reunir a su ejército en el sur del Imperio. Mientras tanto, se intentó una campaña en Sajonia con la ayuda del duque Mauricio de Sajonia, primo y rival del elector Juan Federico I, protestante. Se consiguió que éste volviera a Sajonia para recuperar las tierras que había perdido a manos de su primo. Pero llegó el invierno de 1546 y con ello se paralizaron los ejércitos.

En la primavera, Carlos V fue hacia Bohemia, capturada en el otoño de 1546 por Juan Federico I de Sajonia, donde juntó su ejército con el de su hermano Fernando. Los ejércitos de la Liga de Esmalcalda y los del emperador acabaron enfrentándose en Mühlberg (Sajonia) el 24 de abril de 1547. Carlos V obtuvo una gran victoria gracias a su ataque nocturno por sorpresa, en el que llegó a apresar a los jefes protestantes Juan Federico de Sajonia y Felipe I de Hesse.

El gran triunfo del emperador

Fue el gran triunfo del emperador contra los protestantes en Mülhberg. Este triunfo se quiso reflejar en el cuadro realizado por Tiziano. Este se puede observar actualmente en el museo del Prado. Carlos V estaba en posición de imponer sus condiciones políticas y religiosas en Alemania.

Pero, como pasa muchas veces en la historia, una victoria militar no significa una victoria política. Las discrepancias entre el papa y el emperador respecto la resolución del conflicto evangélico en Alemania provocó que no hubiera una resolución religiosa favorable. Por otro lado, los protestantes evitaron que las tropas imperiales conquistaran Bremen y ganaron en la Batalla de Drakenburg, lo que permitió que el norte de Alemania quedara libre de tropas imperiales.

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Figura 3: Batalla de Mühlberg. Autor: Desconocido: Fuente: Wikimedia Commons

El Ínterim de Augsburgo (1548)

Tras la victoria de Mühlberg, Carlos V reunió una nueva Dieta en Augsburgo entre los años 1547 y 1548. Carlos V consolidó su supremacía política en el Sacro Imperio, pero no supo resolver adecuadamente la cuestión religiosa. Pretendió resolver este conflicto religioso sin la intervención papal, el cual había suspendido temporalmente el concilio de Trento por diversos motivos.

El emperador publicó entonces el Ínterim de Augsburgo el 15 de mayo de 1548, el cual fue redactado por teólogos de procedencia erasmista, aunque supervisado por canonistas españoles ortodoxos. En el Ínterim se preservaba la doctrina católica y la autoridad del Papa, pero se hacían concesiones a los luteranos en cuanto a disciplina y culto. El Ínterim pasó a ser ley del Imperio el 30 de junio de 1548.

Pero esta ley no agradó ni a católicos ni a protestantes, como se demostraría en la hostilidad de los luteranos contra la fórmula imperial de convivencia religiosa. El fracaso de Carlos V se debió, según Lynch, a que no había tenido en cuenta 2 factores: la situación internacional y el deseo de los príncipes alemanes de garantizar sus privilegios.

La sucesión de Carlos V

Pero a Carlos V le surgió otro problema interno. Sus objetivos políticos causaron disensión entre los hermanos Habsburgo. Tras la muerte de Francisco I en 1547 la idea de Carlos V era conseguir la sucesión imperial para su hijo Felipe, el futuro rey de España Felipe II, pero se encontró con la oposición de su familia. Tras la reunión familiar los planes de Carlos V se frustraron por las ambiciones de su hermano Fernando y la hostilidad de su sobrino Maximiliano.

El poder de los Habsburgo austriacos coincidirían a partir de entonces con los intereses de los príncipes alemanes, negándose a la subordinación política del emperador y a las leyes católicas. Finalmente, la mayor influencia de Fernando en Europa central, al haber pasado allí gran parte de su vida y haber comprendido mejor los intereses y la mentalidad de los alemanes, y la decisión de conservar el Imperio llevaron a un acuerdo por el cual Fernando sucedería a su hermano Carlos como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El declive del emperador

Desde la victoria en Mühlberg Carlos V no había conseguido éxito. Mientras tanto, sus enemigos se reagrupaban y firmaban tratados. En 1551 Enrique II de Francia firmó una alianza con el duque de Parma, con vistas puestas al Milanesado, bajo dominio español. Poco después, el 15 de enero de 1552, Francia firmó el Tratado de Chambrod con los príncipes alemanes, representados por Mauricio de Sajonia, por el cual Enrique II subvencionaría con dinero a los príncipes alemanes y éstos le reconocían el derecho a apoderarse de las ciudades de Cambrai, Toul, Metz y Verdún, ciudades situadas en la zona occidental del Imperio, próximas a Francia.

Francia, enemigo de España, renovó también su alianza con los turcos, los cuales ocuparon Trípoli. Se había creado un frente común contra el emperador. Francia trataba de restar poder al dominio europeo por parte de España. Los príncipes alemanes buscaban restar poder político del Emperador en sus estados.

Carlos V, acosado en diversos frentes y con graves dificultades financieras, ordenó a sus tropas que evacuaran Württemberg. Pero esta acción preparó la acción alemana en 1552. En mayo de este año las tropas de Mauricio de Sajonia avanzó hacia el sur, conquistando el Tirol y asediando a Carlos V en Innsbruck. El emperador tuvo que huir a través de los Alpes hacia Villach, en Corintia. El emperador, en sus últimos años de vida, se sentía humillado y abatido.

El Tratado de Passau

El Tratado de Passau, negociado por Fernando de Austria y Mauricio de Sajonia, y ratificado por Carlos V en agosto de 1552, fue la sanción de la derrota del emperador. En el Tratado se reconocía el protestantismo en el imperio en igualdad de condiciones con la religión católica, sobre la base descrita décadas antes de cuius regio, eius religio, es decir, el derecho del príncipe a abrazar una u otra confesión, la cual debía ser adoptada también por sus súbditos.

Por otro lado, en los años hasta la Paz de Augsburgo en 1555, se clausuraría la segunda parte del Concilio de Trento; Metz, Toul y Verdún cayeron en manos francesas; y los turcos volvieron a amenazar la seguridad de Austria. El emperador Carlos V necesitaba una paz que le dejara descansar en los últimos años de su vida.

La Paz de Augsburgo (1555)

La paz llegó en Augsburgo en 1555. Fue firmado por Fernando de Austria, el hermano y sucesor del emperador, y por los representantes de la Liga de Esmalcalda el 25 de septiembre de 1555. Básicamente daba forma constitucional a lo estipulado en el Tratado de Passau 3 años antes.  El Imperio quedaba dividido en dos confesiones religiosas cristianas (católica y luterana); los príncipes alemanes podía elegir libremente su religión y  recibían de forma oficial el principio de cuius regio, eius religio; se reconocían las propiedades secularizadas antes de 1552.

Esta paz ponía de manifiesto el fracaso de la política de Carlos V ante los protestantes. Carlos I de España no tardaría en realizar las Abdicaciones de Bruselas entre 1555 y 1556, por las que iría abdicando de sus territorios a favor de su hijo Felipe. Viejo, cansado de una vida de lucha, impotente por no haber conseguido resolver el problema de la unidad religiosa dentro de su imperio, posiblemente, decepcionado por no haber podido seguir su ideal erasmista y humanista de su juventud, se retiró al monasterio de Yuste (Cáceres), donde murió en 1558.

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Figura 4. Estatua en Augsburgo. Representa la paz de Augsburgo entre religiones. Autor: Evergreen68. Fuente: Wikimedia Commons

Conclusión

La Cristiandad había confirmado su ruptura. Los estados del Sacro Imperio obtenían mayor poder. La idea de emperador universal por parte de Carlos V no había tenido éxito. Carlos V, en sus primeros años de reinado, tenía posiciones humanistas y erasmistas, intentaba conseguir un concilio que solventara los problemas de la cristiandad. Todo bajo su mandato. Pero la realidad le llevó a otro lugar. No le quedó más remedio que ir a la guerra contra los príncipes alemanes.

Ganó una batalla, pero no logró la victoria. En el imperio la libertar de religión había sido posible. Pero Carlos V se hizo más intransigente en otros territorios. La herejía se castigaría duramente en España y en los Países Bajos. En España la Santa Inquisición se encargaría de evitar los brotes de protestantes. Pero en los Países Bajos Felipe II heredaría un problema que se convirtió en una nueva guerra.

Bibliografía

Si quieres ampliar tus conocimientos sobre este tema, puedes consultar los siguientes libros. El enlace de cada libro da a Amazon, lo que te permitiría su compra en caso de que lo desees. Y no olvides que en la entrada Libros sobre Carlos V hice una breve reseña sobre las biografías más interesantes de Carlos V.

Fernández Álvarez, M. Carlos V. Un hombre para Europa. Editorial Austrial. 2010

Floristán, A. Historia Moderna Universal. Editorial Ariel. Barcelona. 2010

Floristán, A. Historia de España en la Edad Moderna. Editorial Ariel. Barcelona. 2011.

Lynch, J. Los Austrias (1516-1700) . Editorial Crítica. 2000

Ribot García, L. La edad moderna (Siglos XV-XVIII). Marcial Pons. Barcelona. 2019

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Jose Palanca

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