«Por suerte nuestros primeros antepasados no eran muy limpios o delicados. Arrojaban a su alrededor todo aquello que no necesitaban. Por ello en todos los yacimientos encontramos acumulaciones de restos óseos, industrias, etc. Los restos faunísticos nos proporcionan importantes datos desde el punto de vista de la caza. La abundancia y predominio de una u otra especie nos muestra cuales eran sus preferencias gastronómicas. Una deducción, por otra parte lógica, es que preferían con diferencia a los herbívoros frente a los carnívoros. Los hombres del paleolítico no conocían ni la agricultura ni la domesticación de animales. Eran por lo tanto esencialmente cazadores, recolectores, pescadores y carroñeros. Cazadores, para procurarse el sustento diario ya que la recolección de frutos y semillas no les proporcionaban todas las calorías necesarias y necesitaban del aporte cárnico»
Nos encontramos ante un fragmento de un ensayo de carácter histórico escrito a finales del siglo XIX en Francia por Gabriel de Mortillet, influyente arqueólogo y antropólogo francés que contribuyó con sus investigaciones a desarrollar los estudios prehistóricos. Este ensayo iba dirigido principalmente a la comunidad científica de la época dedicada a la investigación del hombre prehistórico.
¿Sobre qué habla Gabriel de Mortillet?
El texto habla principalmente del modo de alimentación del hombre en el paleolítico, incidiendo fundamentalmente en su faceta de cazador. En su texto, Mortillet llega a la conclusión de que la base de la alimentación del hombre durante el paleolítico era la carne, la cual le proporcionaba las calorías necesarias para su gasto energético diario. De forma complementaria, según Mortillet, esta dieta del hombre del paleolítico era complementada por otras actividades como la recolección de frutos y semillas, la pesca y la obtención de carroña, que proporcionarían una alternativa a la fuente primaria de obtención de alimentos, aunque por sí solas no llegaban a proporcionar la energía suficiente para la supervivencia del hombre.
El autor: Gabriel de Mortillet
Mortillet llega a estas conclusiones anteriores gracias a los restos hallados en los yacimientos arqueológicos hallados hasta la fecha de publicación (1890). Según el autor, los restos han permanecido hasta nuestros días debido a que el hombre prehistórico no era muy limpio o delicado y dejaba a su alrededor aquello que no necesitaba como los restos óseos, las industrias líticas,… A partir de los restos faunísticos hallados en dichos yacimientos se pueden conocer las preferencias gastronómicas del hombre paleolítico, llegando también a la conclusión de la preferencia de los animales herbívoros respecto los carnívoros.
Por tanto, podemos concluir que el texto objeto del análisis nos habla principalmente de las actividades del hombre del paleolítico destinadas a la alimentación, en el que la cacería era la actividad principal para proporcionar dicho sustento alimenticio y que todo ello se ha podido averiguar gracias a los restos hallados en los yacimientos arqueológicos.
El hombre paleolítico
Gabriel de Mortillet escribió este ensayo influenciado por la corriente metodológica de estudios prehistóricos predominante desde mitad del siglo XIX hasta finales de éste, que era la de evolucionismo lineal. Esta corriente metodológica nació en Francia y Gran Bretaña y se basaba en un progreso inexorable y lineal de la raza humana, en la que se pensaba que la evolución tecnológica avanzaba al mismo ritmo que otros aspectos como el arte y la espiritualidad. El evolucionismo lineal creía en la existencia de un curso rectilíneo para todas las sociedades en la que progresivamente el hombre pasó del salvajismo a una barbarie y de ésta a una civilización, la cual llegó de forma progresiva. Esta corriente tuvo mucha influencia en la sociedad debido al espíritu colonialista de potencias como Francia y Gran Bretaña, ya que demostraba que los cambios culturales y tecnológicos del entonces primer mundo demostraban una superioridad genética y evolutiva respecto a las entonces colonias situadas mayoritariamente en África y Asia.
Estas teorías fueron invalidadas en gran parte debido a que un avance de las investigaciones revelaron una profunda variedad de culturas contemporáneas y tradiciones culturales, dando una noción de etnicidad y de divergencias culturales que el esquema de la evolución lineal resulta inadecuada para su clasificación. Asimismo, la aparición del arte parietal en cuevas como la de Altamira o La Mouthe y de sepulturas en yacimientos paleolíticos demostraron la capacidad artística y religiosa del hombre durante el paleolítico que demostraban que la tecnología podía avanzar a diferente ritmo que el arte y la religión. La teoría de la evolución lineal dio paso a otras teorías como el difusionismo, que pasaría a ser predominante a comienzos del siglo XX.
Respecto a las teorías actuales de la alimentación del hombre del paleolítico, se tiene una casi unanimidad que la dieta del hombre del paleolítico no fue siempre la misma, sino que sufrió una evolución desde el paleolítico inferior hasta el superior. Al principio, durante el paleolítico inferior, el hombre se alimentaba fundamentalmente de frutas y vegetales comestibles, complementando su dieta de carroña gracias a piezas cazadas por otros carnívoros y por capturas oportunistas, aunque resaltando que la caza no era su actividad principal.
Más adelante, a lo largo del Paleolítico, el aporte cárnico a la dieta va invirtiendo en tendencia hasta llegar al paleolítico medio, donde nos encontramos con grupos cazadores organizados y en menor medida carroñeros, no sin ello dejar de comer vegetales, pequeños animales o carroña. Ya durante el Paleolítico Superior, nos encontramos con cazadores especializados y organizados, con mejores herramientas y con nuevas actividades como la pesca mediante arpones y anzuelos. En todo caso, tampoco se abandonaría la recolección de frutas y vegetales.
Conforme se va invirtiendo esa tendencia desde carroñero y recolector a cazador, se van formando diferentes grupos de trabajo en la que se van repartiendo las tareas para, de esta forma, tener una mayor eficiencia en la estructura económica y laboral de una misma tribu, existiendo también especialistas como chamanes o artesanos. Debido al dimorfismo sexual entre hombres y mujeres es de suponer que hubiera una división de trabajo entre ambos sexos, siendo la caza, probablemente, una actividad predominante del género masculino debido a su mayor fortaleza física. Al evolucionar la forma de obtención de alimentos y la capacidad intelectual del hombre hubo a su vez un desarrollo en la espiritualidad en la que comenzaron a realizarse ritos para asegurar una mayor cacería y una mayor fertilidad, así como una humanidad en la que empezaron a realizarse ritos funerarios para enterrar a sus muertos.
A todas estas conclusiones se llegan sobre todo por los restos que nos ofrecen actualmente los yacimientos que en su día fueron campamentos, lugares de despiece y/o fábrica de herramientas, en su mayor medida utilizadas para el despiece de animales. En muchos casos los 3 tipos de yacimientos mencionados son coincidentes, ya que fue frecuente que las herramientas se encontrasen en el mismo lugar que el despiece, aunque el animal fuera o no cazado por el hombre ya que hasta que existen herramientas especializadas y ligeras, el útil era fabricado y abandonado en el mismo lugar por una cuestión de funcionalidad, ya que gastaba menos energía fabricar un útil nuevo que transportarlo . Por tanto, a partir de los utensilios y restos de fauna de estos yacimientos se pueden establecer teorías del método de alimentación del hombre durante la prehistoria.
Conclusiones
Realizando una comparación entre las teorías alimenticias actuales y las expuestas por Mortillet, se encuentra una divergencia sobretodo en lo que respecta a la actividad principal de alimentación. En mi opinión la teoría del hombre cazador de Mortillet fue, en su gran parte debida, a que en su día no se tenía tanta información de yacimientos como se dispone en la actualidad, así como la posibilidad de efectuar una datación cronológica absoluta aproximada de los yacimientos que no permitiría ver la evolución de la alimentación del hombre a través de los años.
Por otro lado, la influencia de la teoría del evolucionismo lineal y sus ideas anticlericales le llevó a pensar en una idea de un hombre salvaje y bárbaro hasta prácticamente llegar al Neolítico, cuándo él creyó que llegó la agricultura, el arte y la religiosidad. Por ello, en sus investigaciones no llegó a plantearse la posibilidad de que en los yacimientos pudieran encontrarse sepulturas de personas, arte o que algunos restos pudieran tratarse de antiguas construcciones en lugares de habitación. Un ejemplo que demuestra lo explicado anteriormente es su oposición a que los hallazgos rupestres en la cueva de Altamira fueran verdaderos, llegando a pensar que habían sido realizados por jesuitas para desprestigiar sus investigaciones, cosa que posteriormente se demostró erróneo llegando a que un contemporáneo suyo, Émile Cartailhac entonara el “mea culpa”.
Finalmente, para concluir solo resaltar que,en todo caso y a pesar de sus errores, los ensayos acerca de la prehistoria de Mortillet y otros contemporáneos suyos ayudaron a que los científicos se plantearan el modo de vida económico y social del hombre durante la prehistoria, estudios que aun siguen siendo objeto de investigación y controversia actualmente.
Bibliografía
Eiroa, J.J. Nociones de Prehistoria General. Ed. Ariel. 2006. Barcelona
Varios Autores. Prehistoria I: Las primeras etapas de la humanidad. Ed. Centro de Estudios Ramón Areces.2010. Madrid
Higham, Charles. La vida en el paleolítico. Ed. Akal. 2009.
El honbre paleolítico por La Crisis de la Historia se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
Jose Palanca
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