Los estatutos de limpieza de sangre

Los estatutos de limpieza de sangre fueron una serie de ordenanzas que adoptaron diversas instituciones de España entre los siglos XV y XIX a la hora del acceso a dichas instituciones o para acceder a determinados cargos. A lo largo de este artículo se podrá conocer qué fueron los estatutos de limpieza de sangre, por qué surgieron en España y por qué pervivieron durante tanto tiempo.  El conocer qué era esta exigencia de limpieza de sangre es muy interesante para comprender la sociedad española de la edad moderna y para entender cómo se comportaba la sociedad con los conversos de origen judío y con sus descendientes.

¿Qué son los estatutos de limpieza de sangre?

Los estatutos de limpieza de sangre fueron una práctica que se realizó en España con el objetivo a acreditar que se era cristiano viejo, es decir, que no tenía antepasados «no cristianos», es decir, que no se tenían antepasados judíos o musulmanes.

La limpieza de sangre era una cuestión de honor. Significaba que no se tenían antepasados de otra religión que no fuera la cristiana católica. Implicaba a todos los conversos y a sus descendientes, siendo más una cuestión social que legal. Por tanto se hacía una distinción social: los que eran de una familia de cristianos viejos y el resto, descendientes de conversos, judíos o musulmanes.

La limpieza de sangre se convirtió en requisito imprescindible para el acceso a muchas cofradías, órdenes religiosas, órdenes militares, asociaciones, colegios mayores, conventos, gremios, cabildos diocesanos, etc. Aunque no formaban parte del derecho común, los estatutos de limpieza de sangre se aplicaban a estas instituciones antes mencionadas. Por ejemplo, si alguien quería entrar en un Colegio Mayor, según estos estatutos, debía acreditar su limpieza de sangre.

La limpieza de sangre iba incluso más allá de la Inquisición. Era una cuestión social e incluso era más restrictiva que la institución inquisidora. Por ejemplo, los condenados por la Inquisición, sus hijos y nietos por línea masculina y solo los hijos por línea femenina, eran inhabilitados para realizar cargos públicos y determinadas profesiones, aunque se podían librar de esta inhabilitación tras el pago de una multa. Sin embargo, los estatutos de limpieza de sangre discriminaban a todos aquellos descendientes de judíos y musulmanes.

Los orígenes de los Estatutos de limpieza de sangre en España

La limpieza de sangre se empezó a practicar en España en el siglo XV, cuando el antijudaísmo se volvía más radical en la sociedad española y que incluso acabó con la expulsión de los judíos. En plena efervescencia antijudía, empezaron a surgir estatutos en determinadas instituciones para acreditar una limpieza de sangre. Era una reacción de los cristianos viejos contra los nuevos cristianos conversos para mantener sus privilegios, sus trabajos y sus estatus social. Los conversos eran vistos como rivales para ocupar determinados puestos de trabajo o puestos de relevancia social. Por ello los estatutos de limpieza de sangre actuaban como filtro en beneficio de los judíos conversos. Aunque en el fondo subyacía también una cuestión de racismo hacia los conversos, a los que se les llamaban habitualmente marranos.

El primer decreto de estatuto de limpieza de sangre

El primer decreto de limpieza de sangre apareció en Toledo en el marco de la revuelta antijudía del año 1449. Tras esta revuelta apareció el primer estatuto de limpieza de sangre, por el que se expulsaba todo aquel que tuviera ascendencia judía de cualquier cargo público del municipio. No obstante, este estatuto tuvo una respuesta inmediata del papa Nicolás V, que promulgó la bula humani generis, por el que defendía que se tratara a los conversos como iguales a los cristianos viejos. Empero, esta bula no frenó el avance de los estatutos de limpieza de sangre.

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Figura 1. Retrato de Nicolás V. Autor: Rubens. Fuente: Wikimedia Commons

La expulsión de judíos

El problema judío no se solucionaba. Existía un sentimiento antisemita en la sociedad. En aquella época surge el descalificativo de marrano aplicado a los judíos y a los conversos y que se transmitía a través de la población rápidamente, llegando incluso a canciones populares. Finalmente, este antijudaísmo  que llevó a la creación de la Inquisición en España en el año 1478 y finalmente a la expulsión de los judíos en el año 1492. Pero la expulsión trajo consigo también que se quedaran muchos conversos en la Península Ibérica. Los marranos no eran bien vistos y a inicios del siglo XVI los estatutos de limpieza de sangre empezaron a expandirse.

Causas de la aparición de los Estatutos de Limpieza de Sangre

Una causa fundamental para la aparición de los Estatutos de Limpieza de Sangre fue la lucha de los cristianos viejos por ganar cuotas de poder dentro de algunas instituciones. Los estatutos no eran unas leyes provenientes de la Corona, sino que eran requisitos exigidos por instituciones importantes, tanto a nivel local como a nivel estatal.

Los cristianos viejos hacían presión para la implantación de estos estatutos ya que les permitía eliminar competencia para acceder a esas instituciones, ya que eliminaban a los conversos y a sus descendientes. Los conversos, de origen urbano, tenían mejor formación y riqueza que los cristianos viejos de origen rural. Por tanto, la acreditación de la limpieza de sangre era un medio para eliminar una competencia más preparada y cualificada.

A este factor se le ha de añadir la existencia de un sentimiento antisemita que perduraba desde la Edad Media y que aún veía con recelo a los conversos. Cualquier oposición a los Estatutos, que la hubo, no era muy bien vista por una población que recelaba de los conversos, temiendo que judaizaran y que siguieran practicando sus costumbres no cristianas. En definitiva, el odio y la oposición al converso no era rechazado por una mayoría de la población.

Para entender mejor la implantación de los Estatutos de limpieza de sangre en una institución, en este caso religiosa, es interesante conocer el ejemplo descrito en el apartado siguiente.

Un ejemplo de aplicación de los Estatutos de limpieza de sangre: el cardenal Silíceo

Este es, posiblemente, uno de los hechos más conocidos relativos a los estatutos de limpieza de sangre en España. En 1547 el arzobispo Silíceo, llamado en realidad Juan Martínez Guijarro, exigió la limpieza de sangre para todo aquel que quisiese ascender dentro de la jerarquía eclesiástica de la diócesis de Toledo.

Silíceo había sido nombrado arzobispo de Toledo en 1546 a propuesta del rey Carlos I de España. Juan Martínez Guijarro era de una familia de origen campesino, por lo que su nombramiento despertó el recelo de las familias aristocráticas. Pero una ventaja de los campesinos era que podían acreditar ser cristianos viejos, ya que los judíos habían sido tradicionalmente habitantes de las ciudades y habían ocupado oficios determinados. Esta ventaja fue aprovechada por el cardenal Silíceo para exigir la limpieza de sangre para exigir que pertenecieran al alto clero de la diócesis toledana.

El 23 de julio de 1547 consiguió que se aprobara el estatuto de limpieza de sangre, consiguiendo la oposición de la ciudad de Toledo y muchas familias toledanas. El Consejo de Castilla, a quien llegaron las quejas, consiguió que en septiembre de 1547 se suspendiera el estatuto. Pero en 1555 el papa lo volvió aprobar, consiguiendo que el rey Felipe II lo ratificara. Para conseguir su aprobación Silíceo realizó acusaciones de conspiración de los conversos españoles con los judíos de Constantinopla, aportando una carta apócrifa, falsificada por orden suya, llamada «Carta de los judíos de Constantinopla».

¿Antijudaismo o beneficio personal?

No entro a valorar el posible antisemitismo del arzobispo de Toledo Silíceo. Seguramente el cardenal fuera antijudío. Pero sí es cierto que Silíceo aprovechó la situación de los conversos en la España del siglo XVI para sacar beneficio personal. El arzobispado de Toledo daba un gran prestigio en España y solía estar reservado para las familias aristocráticas. La llegada de una persona de origen humilde era una ofensa para estas familias de nobles.

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Figura 2. Retrato del cardenal Silíceo, arzobispo de Toledo. Autor:Francisco Comontes. Fuente: Wikimedia Commons

Por eso, Silíceo aprovechó su mayor ventaja: acreditar ser cristiano viejo. Con los estatutos de limpieza de sangre se perjudicaba a la nobleza, ya que no toda la nobleza podía acreditar tener unos ascendientes cristianos, ya que muchos judíos ricos se habían convertido en los siglos pasados para mantener sus privilegios. De esta forma, la acreditación de la limpieza de sangre en la diócesis de Toledo eliminó de puestos de relevancia a muchos miembros de la nobleza en beneficio de villanos y cristianos viejos, menos proclives a atacar al arzobispo Silíceo.

Los Estatutos de limpieza de sangre: un análisis temporal

La implantación de los Estatutos a lo largo del siglo XVI

Durante el siglo XVI los Estatutos de limpieza de sangre empezaron a generalizarse a diversas instituciones, aunque nunca tuvieron la aprobación de la Corona. A pesar de esta generalización, la exclusión de los conversos de las instituciones públicas nunca fue plena, una que existieron cargos ostentados por conversos. La Corona y muchas instituciones de gobierno no podían prescindir de los conversos, ya que muchos estaban bien cualificados para ejercer determinados cargos públicos.

Por otro lado, la Inquisición tampoco puso mucho interés en estos estatutos, con más interés social que por parte de la corona. La limpieza de sangre se convirtió a lo largo del siglo XVI en una obsesión social y una cuestión de honra familiar. Aunque la Corona se desentendía de la adopción de los estatutos, los cristianos viejos ejercieron una gran presión sobre los nuevos. Poco a poco muchas instituciones como gremios, colegios mayores, órdenes religiosas, órdenes militares y cabildos fueron adoptándolos. De este modo le daba un estatus de pureza religiosa a la institución al acreditar que solamente entraban cristianos viejos en ella.

Sin embargo, estos estatutos no siempre se aplicaban. Según el historiador de la orden de los jerónimos el padre Sigüenza,  escribió en el siglo XVI que la orden de los jerónimos no aplicaba los estatutos, vigentes desde el año 1486, y no discriminaba a nadie por el origen de sus antepasados.

Las críticas y la oposición a los Estatutos

A pesar de su generalización en diversas instituciones, también hubo una oposición y críticas, que tendrían mayor influencia a finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII, conforme se alejaba con el tiempo la masiva conversión de los judíos en la época de la expulsión de los judíos.

El propio estado trató de limitar los efectos nocivos que los estatutos tenían, ya que en muchas ocasiones impedían al acceso de determinados cargos a personas cualificadas. Por eso prohibieron que la investigación genealógica de los conversos se realizará más allá de la tercera generación. Se deseaba limitar el daño aunque no se atrevían a derogar los estatutos, los cuales gozaban del favor de gran parte de la sociedad.

Otro firme opositor a los estatutos fue fray Luis de León, uno de los poetas más importantes de la cultura española, cuya familia era de origen judío. En su obra De los nombres de Cristo, del año 1583, critica ferozmente la limpieza de sangre. La influencia de Luis de León repercutiría en los defensores de la abolición de los estatutos.

En 1599 llega un memorial escrito por Agustín Salucio, donde escribe sobre la necesidad de moderar las investigaciones de los ascendientes, limitándolas a 100 años, con lo que en la práctica se beneficiaba a casi todos los descendientes de conversos ya que la expulsión de los judíos se había producido en 1492. Salucio estuvo apoyado por importantes personajes de la época de Felipe III como el duque de Lerma, lo que permitió que las Cortes de Castilla solicitaran una reforma de  los estatutos de limpieza de sangre.

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Figura 3. Documento de testigos hablando sobre la limpieza de sangre de Miguel de Cervantes. Fuente: Archivo de Madrid

Las reformas de los Estatutos en época del Conde-Duque de Olivares

Pero los intentos de reforma no calaban en la sociedad, teniendo que esperar a la llegada del rey Felipe IV para que se aprobaran unas reformas de los estatutos, teniendo el conde-duque de Olivares peso en dichas reformas. En una pragmática de 1623 se regularon las normas que modificaban la práctica de los estatutos. A partir de ese momento se limitaban a tres testimonios favorables para acreditar la limpieza de sangre y para demostrar lo contrario ya no bastaban los rumores, sino que hacían falta pruebas demostrables. Además, ya no haría falta acreditar la limpieza de sangre cada vez que se cambiaba de empleo. También se acordó que no se admitieran denuncias anónimas para evitar denuncias malintencionadas.

En los años siguientes se siguieron promulgando textos que exigían la reforma de los estatutos. Pero a pesar de todo este esfuerzo legislativo, estos estatutos se mantenían en vigor y la limpieza de sangre seguía siendo un requisito para entrar en muchas instituciones.

La desaparición de los Estatutos de limpieza de sangre

Aunque no con tanto vigor y aplicación como en los siglos XVI y primera mitad del siglo XVII, los Estatutos de Limpieza de Sangre se mantuvieron en vigor en algunas instituciones con la llegada de los borbones a la corona española.

Durante la época de la ilustración hubieron diversas críticas a estos Estatutos. Uno de los más críticos con estos estatutos fue el conde de Floridablanca, secretario de Estado de España entre los años 1777 y 1792. Empero, en esta época nunca se consiguió su abolición, aunque en la práctica era visto como una cosa del pasado al quedar ya muy lejano la reciente conversión de los judíos al cristianismo y el temor a que judaizaran.

Las Cortes de Cádiz no fueron las encargadas de abolirlos, tratando apenas la situación de estos estatutos. Con la llegada del reinado de Isabel I de España llegaría la definitiva abolición. En 1833 la reina suprimía este requisito para acceder a cualquier oficio, formalizándose en una orden en enero de 1835. No obstante, no se abolió para el acceso al cargo de oficial dentro del ejército o de la marina. La abolición plena llegaría mediante una ley en mayo de 1865. Mediante esta ley quedaban atrás estos estatutos de origen medieval.

Los Estatutos de limpieza de sangre en América

Los Estatutos de Limpieza de sangre también llegaron a la América española. A la par que se iba cristianizando el continente, se empezaron a crear disposiciones que impedían a los judíos, a los conversos y a sus descendientes embarcar hacia América. Es decir, se exigía una limpieza de sangre para emigrar hacia las Indias españolas.

Pero estas disposiciones eran burladas reiteradamente, por lo que a América llegaron muchos conversos, ante la dificultad de las instituciones de comprobar el origen de cada nueva persona que llegaba al continente americano.

La institución más importante que requería la limpieza de sangre fue el ejército. Aquellos que deseaban el ingreso en el ejército español en las Indias tenían que probar su limpieza de sangre. Como se puede uno imaginar, en muchas ocasiones era difícil acreditarla, por lo que el método podía dar a engaño. Generalmente se probaba la limpieza de sangre a partir de testigos, los cuales daban fe ante notario de la limpieza de sangre del solicitante y de su familia.

Los Estatutos de Limpieza de sangre siguieron vigentes hasta la independencia de los países americanos. Con la independencia los estatutos fueron cayendo en el olvido, aunque sí es cierto que pervivieron en diversos países hispanoamericanos prejuicios sociales a la hora de acceder a ciertas instituciones. El temor por los judíos que tanto tiempo había existido no sería tan fácil de borrar en la nueva sociedad americana.

¿Por qué perduraron los estatutos de limpieza de sangre?

Los estatutos de limpieza de sangre perduraron aproximadamente unos 400 años en España. ¿Por qué perduraron tanto tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que la expulsión de los judíos en España se produjo en 1492?

Causas sociales

En primer lugar, la limpieza de sangre estaba arraigada en la sociedad. Era una forma de discriminación que beneficiaba a una parte de la sociedad, los cristianos viejos, que normalmente provenían de las zonas rurales y estaban menos preparados que los habitantes de la ciudad. Los conversos eran de origen urbano y solían tener mejor formación y unos oficios de mejor cualificación que los cristianos de origen rural. Pero estos cristianos viejos vieron una oportunidad para eliminar competencia mejor cualificada y presionaron para mantener los estatutos de limpieza de sangre.

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Figura 4. Prestamistas judíos en una ilustración del Vidal Mayor. Los cristianos viejos veían a los prestamistas judíos y conversos como usureros. Fuente: Wikimedia Commons

Intereses económicos

En segundo lugar, salían también beneficiados aquellos que habían conseguido llegar a las élites de las instituciones y que habían obtenido en su día demostrar una limpieza de sangre. De esta forma conseguían que sus descendientes tuvieran ventajas para ocupar puestos de relevancia o seguir sus pasos en determinadas instituciones. Por ejemplo, según Joseph Pérez, muchos miembros de los consejos de la monarquía hispánica eran antiguos alumnos de colegios mayores, con lo que demostraban su limpieza de sangre. Por tanto, no querían dar facilidades a aquellos que no habían demostrado su «pureza» y se resistieron a apoyar la abolición de los estatutos.

Intolerancia

Finalmente, había una parte de la sociedad de origen humilde que era intolerante y que odiaba a las personas de ascendencia judía. Mucha gente de origen humilde disfrutaba al ver a muchos hidalgos de origen converso cuando no podían acceder a determinados puestos. Era una especie de sentimiento que disfrutaba de ver como habían miembros de la nobleza que fracasaban como ellos. Una especie de vía de escape para pensar que, dentro de su miseria, ser cristiano viejo era uno de los pocos honores que tenían. Quizás se podría pensar en el refrán «mal de muchos, consuelo de tontos» para poder explicar este sentimiento en la opinión pública de la sociedad española de la edad moderna.

Conclusión

En definitiva, los estatutos de limpieza de sangre eran una serie de ordenanzas que exigían una limpieza de sangre para ingresar en una determinada institución o a la hora de ostentar un determinado cargo. La limpieza de sangre era la autentificación de que no se tenían antepasados de origen judío ni musulmán.

Esta limpieza de sangre gozaba de gran apoyo social, sobre todo de las clases bajas, normalmente rurales, las cuales podían demostrar más fácilmente que eran cristianos viejos frente a burgueses y nobles de las ciudades, que podían tener con mayor probabilidad un antepasado de origen judío.

Los estatutos se originaron en el siglo XV, siendo abolidos en el siglo XIX y teniendo su apogeo entre los siglos XVI y XVII. Eran una forma de discriminación social y su perduración en el tiempo tiene relación en el gran apoyo social que tenían, a pesar de diversos intentos por eliminarlos o de limitar sus efectos.

Bibliografía

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Floristán, A. Historia Moderna Universal. Editorial Ariel. Barcelona. 2010

Floristán, A. Historia de España en la Edad Moderna. Editorial Ariel. Barcelona. 2011.

Lynch, J. Los Austrias (1516-1700) . Editorial Crítica. 2000

Ribot García, L. Historia del mundo moderno. Actas. Madrid. 2009

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Jose Palanca

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  1. María 03/05/2019

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